divendres, 5 de febrer del 2010

VEURE PER CREURE III

Després d'un temps de reflexió i observació i d'altres activitats del dia a dia, avui hem decidit publicar un escrit que segurament us agradarà a tots, fins i tot als crítics d'aquest bloc. És un escrit que ens unirà però que pretén fer reflexionar a tothom sobre com les coses que són "veritat inqüestionable" s'esfumen en el no res amb el pas del temps i donen la raó a la gent prudent i assenyada.

Aquests escrit va dirigit als il·luminats que tenim al nostre poble, segurament no seran de la tendència neoliberal de l'escrit publicat però molts dels seus actes i afirmacions si assemblen.

Publicat l'any 2003 al diari El Mundo: (cliqueu sobre el títol si voleu veure la pàgina original)

ENDEUDARSE
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Yo no sé si es un virus o una bacteria, pero una enfermedad, seguro.Cuando no avisa el Banco de España, acongoja el Instituto Nacional de Estadística, si es que no les da por asustarnos a la vez.Caruana está empeñado en avisar a los bancos de que tengan más cautela prestando dinero, cosa atinada y laudable, que sin duda entra en las obligaciones de su cargo y en las más modestas de su sueldo. Bien por el gobernador. Lo malo es que no lo dice así, para que le entiendan los aludidos, sino que la ha tomado con las familias y repite que están endeudándose demasiado y que cualquier día de éstos, a nada que suban los tipos de interés, pueden hundirse bajo el peso de sus hipotecas. Naturalmente, cuando uno oye hablar de las familias, en general, no piensa en la suya, ni en su hipoteca, ni en su endeudamiento. No va a saber el gobernador del Banco de España, por muy gobernador que sea, más de sus finanzas que él mismo, que eligió la casa, pidió el crédito y lo paga religiosamente, porque la hipoteca inmobiliaria es lo último que los españoles dejan de pagar. Por eso mismo los bancos prestan el dinero a como está, que es a nada, y siguen dando créditos como los han dado siempre, asegurándose sobre el patrimonio, el cuerpo y hasta el alma del hipotecado.Llevamos casi una década prosperando, baja el paro, sube el nivel de vida. ¿Cómo no va a querer el ciudadano vivienda propia? ¿Y qué razón hay para asustarlo? Seriamente, ninguna.
El INE, por su parte, dice que más de la mitad de las familias españolas llega con dificultad a fin de mes. Creo recordar que la última vez aseguró que un tercio no llegaba y yo, inocente, lo creí. Aleccionado y atemorizado por la experiencia argentina, acudí precisamente a las estadísticas para ver el alcance del desastre. ¿Hay más muertos, desnutridos, hospitalizados, mendigos, menesterosos? Increíblemente, no. La gente en España cada vez vive más años, índice inequívoco de salud, porque aquí todavía suelen morirse más los enfermos que los sanos. Esta vez, este susto, he supuesto que hacemos de la necesidad virtud y que, si nos quedamos sin dinero la última semana de mes, quizás la moderación forzosa de nuestras ingestas está frenando la tendencia del ecuador corporal hispano a lo oblongo y convexo. Pues tampoco: seguimos hinchándonos. Total: nuestra renta aumenta, no gastamos más que el año pasado y seguimos ahorrando para invertir en el ladrillo, que rinde más que la Bolsa. La gente nunca ha creído las jeremiadas que de forma trimestral, mensual y hasta semanal lanza el Gobierno con tenacidad de hiena. Años lleva avisando del pinchazo de la famosa burbuja inmobiliaria. Menos mal que nadie le hizo caso, porque lo que más se ha revalorizado es la vivienda. ¿Dónde el peligro? ¿Dónde la ruina? En la burocracia.En la rutina.
 
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